miércoles, 29 de abril de 2015

EL MONASTIL (III)

LOS IBEROS

... los iberos eran, sencillamente, los nativos de Iberia, pero como los escritores griegos son tan minuciosos, no se contentaron con poner nombre a todo el territorio, sino que lo dividieron en algo parecido a regiones o comarcas, y es así como nos enteramos de que los antiguos eldenses ocupaban la región de Iberia llamada Contestania: más o menos las tierras situadas entre los ríos Júcar y Segura.
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... las costumbres de los iberos fueron evolucionando y su cultura se fue enriqueciendo con las aportaciones fenicias, griegas y cartaginesas. Una de las cosas más características de los iberos, entre ellos los de El Monastil, es la cerámica. Hicieron una gran variedad de objetos, vasijas, platos, cuencos, etc., muchos de ellos decorados con animales, vegetales, escenas de caza y, sobre todo, con bandas circulares con SSSS. En el Museo hay varios ejemplos de esta cerámica.
También los iberos tenían sus manías a la hora de enterrar a los muertos: los quemaban en una gran hoguera o pira funeraria, aunque suponemos que, como ahora, no todos podrían permitirse ese lujo. Luego metían las cenizas, los huesos y algunos objetos personales del difunto en unas vasijas y las enterraban en cementerios que los historiadores, que todo lo complican, llaman "necrópolis". La de El Monastil aún no se ha encontrado, pero todo se andará. De momento ya tenemos tres objetos funerarios entre los que destaca una sirena ibérica de estilo griego. ¿Alguien adivina dónde puede verse?
El poblado ibérico más importante de nuestro valle era El Monastil. Como la población había aumentado, no sólo estaba habitada la parte superior, sino también la pequeña planicie que hay en la ladera sur. El lugar es estupendo porque estaba bien protegido y el río le proporcionaba agua para el riego, consumo y servía de ruta hacia la costa.
Además de cereales, los iberos de El Monastil también cultivaban ajos, cebollas, habas, vid, higueras y palmeras datileras. Tenían telares para hilar los tejidos de lana y lino con los que confeccionaban la ropa. Había tanto esparto por aquí que la zona ocupada por esta planta llegaba hasta Cartagena y los romanos la denominaron Campus Spartarius y a la propia Cartagena la llamaron Carthago Spartaria.
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La religión fue muy importante entre estos iberos que, a menudo, dibujaban a sus dioses y sus cultos en las cerámicas que se fabricaban en El Monastil, algunas de las cuales se pueden ver en el Museo. Sobre todo tuvieron devoción a una diosa madre, diosa de la vida y de la muerte, de los animales y las plantas. Junto a ella fue muy importante el culto a un dios guerrero, dios de los caballos y de los animales en general.


José V. Cabezuelo, Antonio M. Poveda, Joaquín Samper, Camilo Valor,
 ELDA, una historia para todos
Elda, Ayuntamiento de Elda, 1999, páginas 17, 18, 20 y 21.



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